La obra educativa de Horacio Moreno no será sepultada por las losas del olvido
La obra al servicio de la Educación tachirense y su quehacer por las letras, la historia regional, la formación artística y el crecimiento de los valores que identifican la “tachiraneidad” que dejaron cuatro eminentes educadores, oriundos del Táchira, o procedentes de otras regiones del país, quedó custodiada para la posteridad y para impedir que su quehacer pedagógico quede “sepultado por las losas del olvido”, luego que sus fotografías y biografías fueran recibidas en un emotivo acto celebrado en el Museo Pedagógico, de la ULA Táchira, ubicado en la biblioteca “Luis Beltrán Prieto Figueroa” del Núcleo.
Allí, se recordó la impronta educativa del maestro Maximiliano Zambrano cuya “abnegación, calidad humana y compromiso con la enseñanza” hicieron que una escuela de un municipio fronterizo tuviera su epónimo que queda registrado para la historia educativa de la entidad; del maestro José Emilio De León Carrasquero cuya obra educativa le hizo acreedor del Botón de Oro y del Botón de Plata del Colegio Nacional de Profesores, así como de la Orden Mérito al Trabajo que otorga la Presidencia de la República; del profesor Horacio Moreno -cronista, historiador y promotor de la cultura regional-, quien realizara 23 publicaciones que vinieron a nutrir la historia regional, en especial de los municipios del norte del estado Táchira; y finalmente, de la impronta del profesor Víctor Manuel Garí Gutiérrez, cuyos conocimientos académicos, humanísticos y artísticos lo llevaron a formar generaciones de tachirenses por 25 años y excelentes grupos culturales junto a una prolífica y brillante generación de maestros de su época.
El acto fue organizado por el doctor Temístocles Salazar -fundador del Museo Pedagógico y de la cátedra Historia de la Educación en Venezuela-, así como de la Directiva de la Biblioteca y contó con la moderación del profesor Omar Contreras, ex presidente de APULA Táchira y la presencia del profesor José Armando Vivas y otros destacados docentes del Núcleo y de la entidad, así como de los familiares y discípulos de estos educadores, quienes recordaron, en grandes pinceladas, la obra educativa de estos insignes maestros.
Horacio Moreno
Un joven profesional egresado del Núcleo Táchira, quien tuvo la posibilidad de conocerlo y realizó la presentación sobre la vida y obra del maestro Horacio Moreno, expresó que “desde que yo cursaba pregrado veía a estas luminarias de la educación tachirense –en el Museo Pedagógico-, y plantee llevar a este destacado maestro para que las losas del olvido no lo vayan a sepultar”.
La exposición sobre su vida la dividió en tres partes, “desde su fecha de nacimiento en el año 45 cuando estudia y se prepara-, de 1945 al 75 al cuando ejerce el magisterio durante 30 años y desde 1975 al 2010 cuando se dedica a su labor como cronista, historiador y representante de la cultura tachirense”.
En su resumen sobre las dos primera etapas, afirmó que el maestro Horacio Moreno nació el 19 de febrero de 1924 en la aldea “El Carmen”, actual Parroquia Hernández, en la zona norte del estado Táchira, y desde pequeño manifestó gran interés por la labor educativa, la que desempeñaba formando a los niños de su aldea para el Catecismo –luego de escuchar y aprender tras los muros lo que impartía el sacerdote de su pueblo-, por lo cual uno de sus tíos convenció a su padre, de oficio “pulpero” (quien atiende un abasto o bodega) a que le permitiera estudiar y ejercer una ocupación distinta a la de éste. Sin embargo,su propio padre despertaría su interés por la historia, al recordar de manera reiterada aspectos de su vivencia “como militar encuartelado durante la Revolución Restauradora, especialmente cuando se refería a la Batalla de San Cristóbal” y su participación en dicha gesta.
Cursa estudios de primaria en la Escuela Federal de “Hernández” y en 1940 se inscribe para estudiar en la Escuela Federal Graduada de Pueblo Hondo “Alberto Adriani”, de donde egresa en 1945 y en 1946, con 21 años de edad, inicia su labor docente en San Pedro del Río en donde es recordado como “guía teatral y entendedor de la educación agrícola rural, también fue artista plástico y hacía pequeñas esculturas en barro”.
En 1950 se traslada a San Cristóbal y en 1954 se gradúa como maestro normalista en el Instituto de Mejoramiento Profesional, ejerciendo la docencia en los colegios Vargas, Andrés Bello, Santa Teresita y Urdaneta, del que fue propietario y director. Recordó una anécdota que le habría contado el profesor Moreno y al parecer ocurrida en los años 50, según la cual quien aspirase a ejercer la educación pública “tenía que rendirle pleitesía al encargado de la Dirección de Educación y Cultura de la época, y como él no la rindió lo excluyeron y se vio obligado a trasladarse a la educación privada”.
En 1960 fue el maestro N° 7 en la Escuela Nacional Graduada “Dr. Emilio Constantino Guerrero” y participa en 1962 en el “Curso y Seminario sobre la Educación” en la Universidad de Río Piedras en Puerto Rico, en donde 30 años antes habría estado presente Mariano Picón Salas “quien expondría su docencia pedagógica en la Venezuela que él conoció, pasando por observar los métodos y técnicas en varias escuelas de los EUA y donde participaron delegados y representantes de varios países de Suramérica”.
Como ya estaba residenciado desde 1950 en San Cristóbal, comienza a ejercer en el Instituto, “Alberto Adriani”, de formación comercial para la época, en donde imparte Castellano y en el Liceo “Simón Bolívar” donde dicta la cátedra Geografía e Historia. En 1975, se jubila después de trabajar por 30 años como maestro de escuela y profesor de secundaria, “siendo reconocido como el maestro servicial, correcto y amigo, tratando de evadir el castigo como método de enseñanza”, y de haber impartido clases a 5.740 estudiantes –como él mismo siempre recordaba-, y le llega su jubilación cuando dictaba clases en el área destinada a la formación teatral en el Instituto Alberto Adriani, y lo hace conjuntamente con la destacada educadora y promotora del folclor y del arte regional, Lolita Robles de Mora, y “junto al padre Hernández del Santuario”.
“Con 50 años de edad y recién jubilado se pregunta ¿ahora qué voy a hacer?”, de acuerdo a lo que refiere quien realizara la reseña de su obra. Y en 1976 empieza a visitar el Ateneo del Táchira, a hacer tertulia con académicos de la época, de la talla de Aurelio Ferrero Tamayo, Horacio Cárdenas y ”empieza a escudriñar los archivos históricos del Ateneo”. En 1985 realiza una monografía de San José de Bolívar y “conocido su interés y conocimiento sobre esta labor es designado de manera oficial como Cronista del Panamericano”. En sus investigaciones escribió sobre Hernández, La Tendida, San Simón y “todos sus trabajos hablan de la historia del estado Táchira”.
En 1983 recopiló las biografías de algunos docentes que impartieron clases con él y que fueron sus amigos, en 1984 “fue designado Secretario del Centro Nacional de Historia del Táchira, que pasó posteriormente a llamarse Academia de la Historia y continúa publicando artículos en los diarios Católico y La Nación”.
Al hacer una síntesis del denso trabajo intelectual realizado por este brillante educador, recordó que el maestro Horacio Moreno realizó 23 publicaciones referentes a la Historia regional, habiendo iniciado en 1968 su trabajo como biógrafo junto al señor Ramón Zambrano. Comienza “con la evocación de la gente de la aldea de Hernández” con la publicación “Ellos y Ellas” en 2002. Entre sus publicaciones más importantes destacan “Monografía a San Simón” en 1968, “Almanaque del Distrito Panamericano” en 1972, “Breve Historia de La Fría” en 1980, “Guía Turística del Táchira”, “Perfiles Docentes”, “Monografía de San José de Bolívar”, “Evocación de mi Aldea”, coautor de “Borotá” y escribió además “Historia de la Ciudad de Coloncito” en el Táchira y “Presencia Africana en el Táchira”. Se encuentran además inéditos “El ocaso de Umuquena”, “Pueblo Hondo junto al páramo alto”, “Monografía del Distrito Córdoba”, “Leyendas del Táchira”, “Rumor y grito de Quiquinimari” y “La Batalla de San Cristóbal”, entre otros.
Horacio Moreno fue además artista plástico y “al haber compartido conocimientos en el área con Aurelio Ferrero Tamayo, realiza la heráldica de varios municipios”. En 2015, con 90 años de edad “aún tenía lucidez y recordaba que conoció a Antonio Rómulo Costa y que estuvo en el pequeño bombardeo que le hacen al Táchira durante el levantamiento de Castro León”. Con 93 años cumplidos “duerme en la paz del creador pero su memoria es eterna”.