¿Es democrático un voto por cada votante?

¿Es democrático un voto por cada votante?

Prof. Francisco Ferreira de Abreu

auladerechopenal@gmail.com

 El presente, es un artículo escrito para los estudiantes de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas de la Universidad de Los Andes, en el contexto en el cual se propuso el Proyecto de Ley de Educación Universitaria (PLEU)

El Proyecto de Ley de Educación Universitaria (PLEU), establecía que la participación electoral en la Universidad debía ser en igualdad de condiciones, entre estudiantes, trabajadores académicos, administrativos y obreros, a razón de un voto por cada votante (Art. 86). Conforme a esta norma –cuyo sigiloso antecedente se halla en la LOE-, el gobierno, los mentores y defensores del PLEU argumentaban –y aún argumentan- la necesidad de democratizar la Universidad.

Ello se lograría con el voto igualitario, en el que estudiantes, trabajadores administrativos y obreros, tendrían los mismos derechos políticos que en el marco de la Ley de Universidades vigente –según se afirma- es conculcado por la minoritaria, discriminatoria y dictatorial élite profesoral. De este modo, los profesores quedarían impedidos de ejercer tal “dominio de clase” al ser igualados, hacia abajo, claro está, como trabajadores académicos en lo que sería el «pueblo universitario», ya que en el discurso legitimador del PLEU resulta odioso y antidemocrático que para elegir al Presidente de la República el voto tenga el mismo valor (un voto por cada votante), pero para la elección del Rector y las demás autoridades universitarias, el voto estudiantil represente un ínfimo porcentaje del 25 % y, lo que es peor, que los empleados y obreros ni siquiera tengan el derecho de votar.

¿Cómo es posible que en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela se establezca la democracia protagónica y participativa, mientras en la Universidad exista otro régimen electoral? La Universidad debe democratizarse y ajustarse a la «nueva realidad» del país. No puede seguir siendo un Estado dentro del Estado, una burbuja, un estamento antidemocrático y antirrevolucionario de profesores.

Sin embargo, la “democratización” que ha encandilado a estudiantes, empleados y obreros, y que algunos profesores y movimientos estudiantiles reivindican con la finalidad de venderse –cual mercancía- como los más democráticos y auténticos universitarios, no es más que el intento de promover una visión plebiscitaria de la democracia, en virtud de la cual se legitima cualquier decisión, inclusive las inconsultas.

En este sentido, lo primero que debe advertirse de esta oferta engañosa es su inconstitucionalidad, pues de acuerdo con el régimen autonómico previsto en el artículo 109 de la Carta Magna, es a la Universidad Autónoma a quien compete la reglamentación normativa de sus procesos electorales, habida cuenta además de los fines que persigue el gobierno universitario, diametralmente distinto a los fines del gobierno nacional, estadal y municipal.

Además, conviene poner de relieve que para elegir a un Presidente de la República o ser elegido como tal –a diferencia de lo que ocurre y ha de ocurrir en una Universidad-, no se requiere cumplir ningún requisito de mérito académico o de escalafón. A este respecto, preciso es agregar, el igualitarismo que se promueve violenta el artículo 21 de la Carta Magna, norma ésta según la cual la igualdad no puede predicarse de los desiguales.

La igualdad atiende a un criterio de justicia material, en el entendido de que todos los ciudadanos tengan las mismas oportunidades de elegir y ser electos. La cuantificación de un voto por cada votante en la Universidad conduciría a un totalitarismo de la mayoría estudiantil que son los más. Ergo: el voto de profesores, empleados y obreros, perdería sentido de entrada, pues nunca estarían en condiciones de elegir.

De otra parte, con esta mayoría, propia del discurso de la “democracia participativa y protagónica”, se favorecería un populismo a través del cual se manipularía a la masa estudiantil desde el Poder Ejecutivo (Ministerio de Educación Universitaria), a través del ingreso indiscriminado y sin ningún baremo de bachilleres a la Universidad. Evidentemente, con el único fin de asegurar y conservar el poder a través de la ecuación cupos por votos, tal y como lo hacen algunas autoridades universitarias para llegar al poder y reelegirse indefinidamente –por sí, por testaferros políticos o sucesiones familiares.

Así las cosas, la transformación o democratización planteada con el PLEU, no es más que la pretensión de colocar la Universidad al servicio de la fraudulenta e inconstitucional construcción del denominado Socialismo del siglo XXI.

De lo que se trata es de un ideal plebiscitario y de una caricatura democrática, que a lo interno de la Universidad procura el establecimiento del principio igualitarista y mayoritario de un voto por cada votante, el cual, convenientemente, se ha negado mediante la inconstitucional construcción de los Circuitos Electorales en la reciente elección de diputados a la Asamblea Nacional –donde no se requieren méritos académicos y de escalafón, y donde los menos han resultados los más. ¿Democratización?

NOTA

Fue escrito en 2011 con motivo de la aprobación de la Ley de Educación Universitaria por parte de la roja-rojita Asamblea Nacional del momento, que finalmente ni siquiera Chávez compartió y por tanto no promulgó.

 

Categorías: